¿Qué ocurrirá a partir de mañana con las mercancías suizas con destino a Estados Unidos? Esta es la pregunta que se hacen actualmente muchas empresas exportadoras ante la entrada en vigor de un nuevo arancel del 31% deseado por la administración estadounidense. Esta medida marca un nuevo capítulo en la compleja dinámica de las relaciones comerciales internacionales y podría tener también importantes repercusiones para Suiza, un país tradicionalmente orientado a la exportación.

Desde su centro de operaciones de Chiasso y Novazzano, Franzosini -que lleva más de un siglo trabajando en el campo de la logística aduanera- sigue de cerca la evolución de la situación. Desde aquí se gestionan a diario transportes a toda Europa, Asia y Estados Unidos, con una red de servicios que integra el transporte, el despacho de aduanas y el asesoramiento.

“Ahora mismo”, explica Marco Oliver Tepoorten, presidente de Franzosini, “tenemos cargamentos a Nueva York y Houston ya en camino. Los cargamentos salieron cuando el marco reglamentario era aún incierto. Ahora, salvo cambios de última hora, estas mercancías estarán sujetas al nuevo arancel”.

El impacto en las empresas suizas

El tráfico hacia EE.UU. representa una parte menor del volumen de negocios de Franzosini, alrededor de 1,5 millones de francos suizos de un total anual de 35 millones. Sin embargo, el efecto de los nuevos aranceles se deja sentir de inmediato: las empresas clientes, ya informadas e implicadas, muestran su preocupación por el impacto económico, ya que los derechos corren el riesgo de recaer, al menos en parte, sobre sus márgenes o sobre el cliente final.

La medida impuesta por Estados Unidos se inscribe en una lógica de guerra comercial, que corre el riesgo de generar reacciones en cadena. Mientras que el Consejo Federal suizo ha descartado la introducción de contra-derechos, la Unión Europea parece adoptar una actitud más expectante. La verdadera preocupación “, añade Tepoorten,” es que esta iniciativa desencadene una espiral, con aranceles en varios frentes “. Una guerra comercial en toda regla, que se sumaría a las otras crisis mundiales a las que ya nos enfrentamos”.

Una fragilidad estructural que no debe subestimarse

Más allá del impacto inmediato en los costes, la situación pone de manifiesto un problema más amplio: la preparación estructural de Suiza para gestionar escenarios aduaneros complejos. En los últimos años, como consecuencia de la liberalización y la digitalización, se ha producido una reducción gradual del personal formado en aduanas, tanto en el sector público como en el privado.

“Somos uno de los pocos países del mundo que aplica derechos en función del peso y no del valor”, recuerda Tepoorten, “y con la reforma de 2024 se eliminaron los derechos sobre una amplia gama de productos industriales. Esto, sin embargo, ha reducido aún más la experiencia práctica de la gestión de la normativa aduanera. Si hoy tuviéramos que volver a un sistema complejo, no estamos preparados”.

El papel de los agentes de aduanas

En este contexto, empresas como Franzosini adquieren un papel aún más central. Ya no se trata sólo de transportar mercancías: el corretaje de aduanas se convierte en un componente estratégico para garantizar la continuidad, la fiabilidad y la capacidad de respuesta. El conocimiento de la normativa, la experiencia con las herramientas aduaneras digitales y la adaptabilidad a los cambios normativos son hoy competencias cruciales.

La situación con EE.UU. es sólo la punta del iceberg: aranceles, sanciones, embargos y nuevas normativas ESG están reconfigurando el panorama de la logística internacional. Es precisamente en estos escenarios donde un socio fiable con experiencia aduanera consolidada y una visión global puede marcar la diferencia.

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